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El bosque de las letras

El bosque es un depredador humanista,

Su praxis alimenta a su entorno.

Todo se guarda en un horno

Que ofrece al mundo otro prisma.

Los fines devoran a los érase,

una vez o incluso dos veces.

Hallando múltiples desenlaces

Que no llegan al país de las heces.


No quería hablar de la mierda

Pero vengo de un sucio hatillo

Donde si las cucarachas quisieran

Cantar tan fuerte como los grillos

Habría un ruido tan aterrador

Con el que nadie conciliaría...

Tan siniestro, tan ensordecedor,

Que jamás nadie volvería.

Por eso mejor que no canten

Y buscar una nueva trama

Aunque sea debajo de la cama

Con el que los principios estallen.


Las habitantes de esta selva

Son quimeras de la muerte,

Por atracción de la sangre verde,

Su sustento es la vida fresca.

El bosque no es sabio por ser viejo,

Huye de lo terco y lo moribundo

bebe el aire joven del mundo

Dejando cada sueño en cada reflejo.

Ni el sol ni las otras estrellas

atraviesan sus frondosas copas.

Embriaga a trago largo de botellas,

Emergiendo de tierra y rocas.

Tal vez el libro perfecto no existe

Pero vuelan alto sus ideas

Como el canto de un ave triste

Que tañe al viento sin que lo vean.


Cuando abandone estos barrios

Que dejen aquí mis equipajes,

Charlaré con mis personajes

Y viviré por fin con los dinosaurios.


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