Nunca estuve muy de acuerdo con esa expresión que dice algo así: "ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos".
Yo pienso (pensando en el propio hecho de pensar) que hay malos-malos y buenos-buenos. A los ojos de todos los ojos y para todos los sentidos. Solo hay que retrotraerse un poco y conocer ciertos personajes que pasaron a la historia por una cosa u otra. Sin embargo, por suerte o desgracia, creo que son los menos. Todos estamos en un punto medio, como decía Baldomero y el monstruo que visitaba al niño en aquella película. Pero no por el viejo refrán, sino porque a vistas de algunos somos malísimos y a vistas de otros somos buenesitos (ambos adjetivos nos deberían enorgullecer porque nos aportan vida real). La mayoría de los mortales actuamos de diferente forma dependiendo de los otros sujetos. Eso no nos hace cínicos, nos hace reales. Porque lo contrario sería una chapa o envoltorio que no se recicla. Es humano sentirse vacío y rellenarnos de cómo nos ven (el ojo no es ojo porque lo ves y lo que sigue, que lo dijo Baldomero también). Hasta las mayores mentes de la historia debieron sentirse vacías alguna vez. Nuestras vidas se llenan de ficción por la necesidad de poblar todos los lugares de nuestro cuerpo y alma. Yo no hallo diferencia entre una vida y un guión, porque no hay nada más ficticio que una vida llena de anécdotas y pensamientos. La diferencia está en que hay guiones con adobo y otros sin adobo. Y que, dependiendo del espectador y del género, somos protagonistas, antagonistas o meros personajes secundarios (como Bob).
Supongo que esta reflexión es fruto del vacío también. ¿Eso es verdad? Ea, me has vuelto a despistar cuando disfrutaba del vacío, del color blanco y del silencio. Menos mal...
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